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  • ¿Mezclando dos hablas?La imitación de la lengua medieval castellana en la novela histórica del XIX
  • Álvaro S. Octavio de Toledo y Huerta and Lola Pons Rodríguez

No son muchos los estudios que se han dedicado a la descripción de los rasgos lingüísticos del español decimonónico, pese a la importancia que tuvo esta centuria para la consolidación de un nuevo estándar de español moderno. Atraídos por el peso que la escritura novelística pudo tener en el desarrollo de nuevos ideales de lengua literaria, en este trabajo hemos querido indagar en las ideas lingüísticas que sobre el pasado de nuestro idioma circulaban en el siglo XIX, observando, particularmente, cómo tales ideas se sustanciaron en la tradición discursiva de la novelística histórica, un tipo de literatura que, de modo más intuitivo que erudito, y con carácter siempre subordinado al pacto de ficción, trató de remedar la lengua medieval y áurea.

Común a la mayoría de esas novelas que se publicaron en el XIX -y que en línea discontinua han seguido escribiéndose hasta el apogeo que de nuevo parecen tener en la actualidad- es el intento de recrear la lengua antigua que [End Page 157] se imagina que hablaron los personajes, en consonancia con el escenario de antigüedad (medieval o áureo) donde se desarrollan. Partiendo de un corpus de más de una decena de novelas históricas de los siglos XIX y XX seleccionadas al efecto, en este trabajo tratamos de discriminar qué rasgos morfosintácticos se emplearon para imitar el pasado lingüístico del español, separando los claramente arcaicos de los que no son tales arcaísmos sino elementos vivos en la lengua del momento, aunque adscritos a una lengua que concepcionalmente era lengua de la distancia comunicativa; observaremos también que algunos de los arcaísmos reactivados pudieron incluso asistir a un proceso de difusión más allá de la tradición discursiva de la novela histórica responsable de su recuperación. Para situar adecuadamente estos fenómenos, será necesario recontextualizarlos como parte del acercamiento cultural decimonónico a la historia, desde la ensoñación romántica al positivismo realista o a la profesionalización de la historia a final de siglo.

El contexto romántico

El género de la novela histórica, de enorme éxito en Europa en el primer tercio del siglo XIX y con Walter Scott como referente principal, conoce su apoteosis española hacia la segunda mitad del XIX . Considerada en su sentido recto,1 la novelística histórica española se puede entender comenzada a partir de Ramiro, conde de Lucena (1823) de Rafael Húmara y Salamanca. A partir de esa fecha y con los años 30 del siglo como momento fundamental, la influencia de Walter Scott, traducido al español desde 1825 por focos liberales, calará en la novelística española e hispanoamericana de manera definitiva para dotar de rasgos identificativos y conformar definitivamente el género. En [End Page 158] 1830 aparece Los bandos de Castilla o El caballero del Cisne de Ramón López Soler con fragmentos plagiados de otras novelas históricas (particularmente Ivanhoe); en 1833 Juan Cortada y Sala publica Tancredo en Asia y la moda continuará hasta la década de los 50 en alza, junto con otras manifestaciones historicistas como el drama en verso, la ópera o la poesía medievalista (que incluso recupera metros de cancionero), que se perpetuarán hasta finales del siglo XIX (por ejemplo, con la figura de José Echegaray, en algunas de cuyas obras, según ha mostrado M. Isabel Martín Fernández, podemos hallar también rasgos arcaizantes).

Si Scott es el desencadenante directo de la aparición de este género en España, su fundamentación indirecta está en el escenario ideológico del Romanticismo, que ahonda en un movimiento de vuelta al pasado ya iniciado en el siglo XVIII .

En el volcado de los rasgos de la novelística scottiana, la piedra de toque está en la adaptación a la historia espa...

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