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  • Humanismo español latino: Breve nota introductoria
  • Antonio Cortijo Ocaña and Teresa Jiménez Calvente

Hace ya tiempo, espoleados por nuestros comunes intereses e inquietudes eruditas, nos pareció interesante organizar un volumen en que se abordase el estudio del Humanismo español haciendo especial hincapié en la presencia del latín y de la tradición clásica en la cultura hispánica del siglo XV y los albores del siglo XVI. Este enfoque se presentaba ante nuestros ojos como una manera estimulante de acometer el estudio de la literatura neolatina en España y de destacar su clara repercusión en las literaturas vernáculas de la Península. Empeñados en esa tarea, hemos conseguido reunir este conjunto de artículos que ahora presentamos, a los que queremos acompañar de estas palabras previas con las que no pretendemos, por supuesto, ofrecer un panorama exhaustivo sobre el Humanismo español, que desbordaría los marcos cronológicos de La corónica, sino ‘justificar’ hasta cierto punto la presencia de este Critical Cluster en la revista.

Es curioso comprobar cómo en cualquier manual al uso sobre literatura italiana (a diferencia de los de literatura española en su mayor parte), al abordar el estudio de los autores importantes de los siglos XIV y XV, las obras escritas en [End Page 5] latín se dan la mano (y se analizan) con las escritas en lengua vernácula.1 No cabe duda de que la importancia del Humanismo italiano y su reivindicación como una seña de identidad propia para los italianos han abonado esta actitud abierta, que no traza una línea infranqueable entre las letras vernáculas y las latinas. Los propios escritores del momento hicieron gala de su gran calidad artística en ambas lenguas, que muchos consideraron como el haz y el envés de un mismo proceso lingüístico al juzgar la lengua romance como un derivado o incluso un testimonio del latín hablado frente al latín culto o escrito. Como ejemplo de ello, basta citar a un madrugador Dante o a un esplendoroso Petrarca, que mostraron de sobra su doble competencia literaria en latín y toscano.2 Con Dante se inició incluso la reivindicación de la lengua materna en De vulgari eloquentia, aquella que se aprendía de manera natural desde la cuna, frente a aquellas otras a las que sólo se podía acceder guiado por maestros provistos de gruesas y complicadas gramáticas. El latín, una lengua reducida al arte, que obedecía a reglas fijadas en la memoria, tenía, a ojos de muchos, mayor prestancia; sin embargo, la lengua vulgar podía igualarla en belleza, de acuerdo con la idea mantenida por el propio Dante en esta obra, allí donde afirma categórico: “nobilior est vulgaris” (I, i, 4). Esta actitud de renovado respeto hacia las lenguas vernáculas se convirtió en un verdadero leitmotiv, sin renunciar por ello al deseo de recuperar la pureza y elegancia del latín clásico. A partir de ahí, los elogios a las lenguas vulgares, sobre todo a aquellas que derivaban del latín, se hicieron cada vez más frecuentes; para ello, además, se buscaron argumentos de tipo filológico e histórico que permitían aproximar lo más posible ambas realidades.

Estas dos líneas, la de volver hacia el latín clásico como norma básica para una nueva literatura escrita en latín (rebautizada en tiempos recientes como literatura neolatina, según puede verse en el Companion de Josef Ijsewijn) y la [End Page 6] reivindicación de la propia lengua romance, se dieron en España del mismo modo que en otros países de nuestro entorno. Dejando a un lado el primer Humanismo español –marcado en sus inicios por personajes de la talla de Alonso de Cartagena y que se muestra más asentado poco después, como se aprecia ya en la obra de Alonso de Palencia (estudios de Robert Brian Tate, Nicholas G. Round, María Morrás, Alejando Coroleu Lletget y Luis Fernández Gallardo)– podríamos destacar sin duda a...

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