In lieu of an abstract, here is a brief excerpt of the content:

  • Mysticism and Carnival in Don Quijote I, 19–20
  • James Iffland

On paper, it seems almost too good to be true. An encounter between Don Quijote de la Mancha and San Juan de la Cruz. Two great “madmen” of their age, two combative and misunderstood reformers, two great emblems of love, meeting by coincidence on the same road. . . . I am referring, of course, to the episode of the “cuerpo muerto” in Chapter XIX in Part I, which Cide Hamete describes as “una aventura que, sin artificio alguno, verdaderamente lo parecía” (Murillo, Don Quijote I, 19: 229). While presenting clear parallels with episodes from chivalresque novels such as Palmerín de Inglaterra (Murillo, Don Quijote I, 19: 230), its self-styled oddity prompted scholars to seek out actual historical precedents.

Martín Fernández de Navarrete was the first to launch the theory that Chapter XIX is a fictional reelaboration of contemporary accounts regarding the clandestine transfer of the remains of San Juan from Ubeda to Segovia in 1593. Navarrete begins by exploring the circumstances which led to the transfer:

A fines del año de 1591 murió en su convento de Ubeda de calenturas pestilentes S. Juan de la Cruz; y la especial devocion con que Doña Ana de Mercado y su hermano D. Luis de Mercado, del Consejo Real, residentes entonces en Madrid, habian fundado con su acuerdo el convento de Segovia, los empeñó en trasladar á él á todo trance su venerable cuerpo, sin reparar en la oposicion que podria haber por la ciudad y sus vecinos.

(77–78)

Having acquired permission from the highest authorities of the Carmelite order, the siblings commissioned an “alguacil de corte” to [End Page 240] travel to Ubeda to bring the remains to Segovia with maximum secrecy. This first attempt was thwarted, however, when the party discovered that San Juan’s corpse, despite having been buried nine months earlier, was “tan incorrupto, fresco y entero, y con tal fragancia y buen olor, que suspendieron por entonces la traslacion, cubriéndole de cal y tierra para que mas adelante se pudiese verificar sin inconveniente” (78).

A second attempt was made after a wait of nine months, and it is here where the strange events begin:

. . . hacia mediados de 1593 volvió el alguacil desde Madrid con el mismo encargo; y encontrando el cadáver mas enjuto y seco, aunque fragante siempre y odorífero, lo acomodó en una maleta para mayor disimulo, salió del convento y de la ciudad con otros guardas y compañeros cuando todos reposaban entre la oscuridad y el silencio; y para no ser conocido dejó el camino real de Madrid, y tomó varias veredas y rodeos hacia Jaen y Martos, caminando por despoblados y desiertos en las horas mas sosegadas de la noche. [ . . . ] Antes de llegar el alguacil á Martos, se dice . . . que en un cerro alto, no lejos del camino, se le apareció repentinamente un hombre que a grandes voces comenzó á decir: ¿adónde llevais el cuerpo del Santo? dejadlo donde estaba; lo cual causó tan gran susto y pavor en el alguacil y sus compañeros, que se les espeluzaron los cabellos. Otro lance semejante se cuenta haberles sucedido en un campo adonde de improviso llegó un hombre, y les pidió cuenta de lo que llevaban: contestáronle tener órden superior para no ser reconocidos; pero insistiendo y porfiando el preguntante, fueron á darle dinero para evitar su molestia, y hallaron que se habia desaparecido. Continuaron sin embargo su viage hasta Madrid y Segovia; y contaba despues el conductor haber visto durante él muchas veces unas luces muy brillantes en torno de la maleta que cubria la venerable reliquia.

(78–79)

Once the removal of the remains was made public, an enormous legal tug-of-war began between Ubeda and Segovia as to who had the rights to them. Although Pope Clemente VIII ordered that they be returned to Andalucía, a deal was finally struck which mandated an equitable division of the relics (Brenan 82–83).

Navarrete’s account of the “traslado” should remind readers of certain aspects of Don Quijote’s adventure in Chapter XIX. His own survey of the connections (see pp. 80–81) includes the...

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