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Reviewed by:
  • Sueños y discursos
  • Victoriano Roncero López
Francisco de Quevedo Villegas, Sueños y discursos. Edición de James O. Crosby. Madrid, Editorial Castalia, 1993. Tomos I y II, 1786 pp.

El texto de los Sueños y discursos de Quevedo ha conocido desde los primeros momentos de su escritura, principios del siglo XVII, hasta la época actual innumerables vicisitudes; copias hechas por amanuenses poco escrupulosos y ediciones de críticos que obraron muy a la ligera han distorsionado hasta tal punto esta sátira quevediana que ha sido necesaria una paciente y cuidada labor por parte de ciertos editores para restaurar el texto. El primer paso en esta restauración lo dio Felipe C. R. Maldonado con la edición publicada en 1972 (Madrid, Castalia) en la que, por primera vez se editaba con criterios filológicos la princeps. Esta labor fue continuada por otros investigadores y culminó en el año 1991 con la de Ignacio Arellano (Madrid, Cátedra, 1991), con la presentación de los tres estadios impresos: Sueños, Desvelos y Juguetes.

De esta forma, quedaba establecida la tradición impresa de los Sueños, pero permanecía aún inédita la tradición manuscrita que presentaba, como [End Page 435] sucede en muchas otras obras del mismo autor, importantes problemas textuales. Al estudio de estos materiales ha dedicado casi cuarenta años James O. Crosby y los dos volúmenes que conforman la obra representan la culminación de esa ingente labor.

El primero de estos volúmenes contiene una introducción filológico-ecdótica y el texto de los Sueños con las variantes de la totalidad de los manuscritos y de los tres estadios impresos. El prólogo se inicia con un estudio de la estructura de los distintos Sueños. Crosby hace hincapié desde el primer momento en la unidad de la serie, unidad establecida por el propio Quevedo en los prólogos que preceden a cada uno de los Sueños, prólogos que además, como muy bien señala el crítico norteamericano, le sirven a Quevedo para fijar su paternidad. La obra es considerada como una serie completa “y, dentro de los límites de la estructura narrativa, progresiva” (p. 5). Crosby dentro de esta unidad, ve como la principal preocupación del narrador “el comportamiento moralmente negativo del hombre en la tierra” (p. 6). Son interesantes en esta primera parte del prólogo las referencias al oficio del escritor y a la censura; aquí se nos presenta la imagen de un autor que, libre de las ataduras de los impresos, se atreve a hablar, acercándose en ciertos momentos a “los límites de la transgresión de ciertas tradiciones” (p. 25). Importa también destacar el estudio que dedica el crítico a la labor del narrador y a los papeles que asume Quevedo, entre los que destaca los del Sueño de la Muerte como autor, actor y público.

La segunda parte del prólogo la dedica a los aspectos textuales. Ya al comienzo del prólogo había afirmado que este libro representaba su verdad, y que con él pretendía “plantear y sugerir” (p. 3). Crosby demuestra, con estas palabras, que es consciente de la dificultad que supone la fijación del texto en una obra que ha sufrido los avatares de los Sueños. Su principal tarea va a consistir en producir un texto que, a partir de los manuscritos que han sobrevivido, se acerque lo más posible al autógrafo quevediano.

Como primer paso para el establecimiento del texto, Crosby analiza las más importantes ediciones impresas, versiones que compara posteriormente con las que presentan los manuscritos, que, como muy bien destaca, ofrecen una versión anterior a la impresa “y literalmente más cercana a la que el autor redactó” (p. 44). Para él el texto que refleja mejor el original quevediano es el más antiguo, porque el grado de contaminación debido a la intervención de los “agentes represivos” es menor. En la comparación entre ambos estados descubre el editor que en el texto salido de las prensas...

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