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Reviewed by:
  • La poesía erótica de los Siglos de Oro
  • Adrienne L. Martín
J. Ignacio Díez Fernández, La poesía erótica de los Siglos de Oro. Madrid: Ediciones del Laberinto, 2003. 364 páginas.

La aparente ambición de este importante libro estaría condicionada por dos hechos: la inaccesibilidad y condición todavía polémica de los textos examinados como corpus coherente, y el moroso despertar de las visiones críticas en ambos lados del Atlántico hacia la representación del erotismo en la poesía áurea. La siguiente afirmación del tercer capítulo de La poesía erótica de los Siglos de Oro es el mejor emblema de la problemática con que tuvo que lidiar su autor: "En ocasiones, hay una dificultad en la detección del mensaje erótico que procede de los juegos que proporciona el vocabulario erótico, de [End Page 489] la relexicalización, de las contaminaciones del contexto o de la posición de un texto erótico entre textos no eróticos, de la necesidad de que lectores e investigadores utilicen la imaginación" (138). Afortunadamente la trayectoria crítica de Díez Fernández le convierte en el intérprete idóneo para descifrar los hilos conceptuales que unen su tema, como para enhebrar a la vez las disensiones interpretativas que hasta ahora han mantenido a la poesía erótica en uno de los cajones ocultos en que estaban algunos de sus autores.

Si en los "Caminos de la crítica," abarcadora conclusión a los siete capítulos que le preceden, Díez Fernández resume el "estado de la cuestión," sus propias conclusiones (335-36) promueven un diálogo ecuánime entre la filología y los estudios de género sexual, basado en el estudio del abundante material manuscrito y en ahondar en los procesos de transmisión y publicación. Resulta que ese mismo procedimiento es el del crítico, y el que le da a su estudio un valor innegable y precursor, porque no es su propósito demostrar la pobreza estética del conservadurismo o los excesos de los enfoques menos "hispánicos" anclados en el presentismo. Más bien, y como lleva a cabo en su primer capítulo, el crítico de estos temas se ve obligado a establecer deslindes entre erotismo y pornografía, contextualizando la "perspectiva" (29) con la historia de la sexualidad y la distinción entre erotismo literario y literatura erótica. Cuando procede a comentar la difusión y público receptor de los textos eróticos Díez Fernández se pone en plan hermenéutico hispano, y desde ahí hasta el fin de su libro notamos cómo su exhaustiva investigación complementa los recursos de varias escuelas y lenguas interpretativas, y su ponderada e imparcial evaluación de sus contados antecesores (Cerezo, Márquez Villanueva, Redondo y Vasvári entre otros).

Los capítulos restantes son igualmente fascinantes, en sí, y porque en última instancia Díez Fernández explora los recovecos de todo lo relacionado con el erotismo como tema. No obstante, como demuestran el quinto, sexto y séptimo capítulos (sobre imágenes de la sodomía, la poesía de la sífilis, y elogios del falo), hay temas eróticos que, aun sin el psicologismo imperante de hoy, parecen abarcarlo todo. El quinto, tal vez el gatillo principal para este tipo de estudio en la literatura de los Siglos de Oro, está dedicado a las imágenes de la sodomía. Con el propósito de "desarrollar las facetas del llamado 'pecado nefando' [...] y aclarar alguno de los complejos juegos de palabras" (228), el crítico recoge fragmentos o textos de autores desconocidos y conocidos para estudiar la sodomía en términos de normas sexuales y legales, recordando que "no sólo hay dificultades metodológicas para establecer una hipotética comunidad de artistas homosexuales, sino que más bien se trata de una imposibilidad esencial" (234). Así se contesta el actual énfasis apresurado de la queer theory para construir un canon alternativo sin notar que...

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